jueves, 30 de noviembre de 2006

Para que no te olvides de los nombres del cuerpo.

El té de Texas
Hace volátiles los templos feudales:
Giramos en unos descensos escondidos
Para la espada del guerrero público;
Aquél ya no es parte de los cigarros del cielo.
El silencio y la algarabía, no consumen espacio,
Sino que hace más prehistórico
Los signos y figuras en que jugamos.
Para conseguir los concordes habitantes
Es de necesidad taparse el rostro
Y ascender sin compra de oscuridades obscenas,
Por ello se irrita la piel de los amantes iguales.

Ahora, si llegamos juntos a la Tala
O al lapislázuli tocados, de seguro y
Más seguro es cuando lo enuncio, que lasAmarguras de las subidas flotantes
Quedarán en los pies de los habitantes.
El silencio de los parques se hace presente
Y no hay trasmigración para los estultos
Que visitan a las sociedades en las páginas
De los ladinos abanicos persas;
Pues, allí la mariposa aparece sin sus
Últimas alas, réquiem que nos hace falta
Para que el trigo muela lo que el oro unido
Ha hecho alabanza de holgazanes.
Y eso es lo yo deseo, que el otro vuelva
Con su carne a cortarme las ganas subterráneas
Para que, en los términos de una cornucopia
Yo no caiga;Y ese hombre flotante de vida
Transpase lo obsecuente, más allá de su bestia abultada de cielos,
Escabrosamente interminable.

Me reconcilio cuerpo para
Tus nombres en los trajes no venerar;
Y ése, aquél,Que se esconde en los perímetros de la ciudadela cortada
Es a quien le ofrezco el lirio rojo, propuesto en la frente:
Para en las glorias del espíritu junto los timbres concentrar.

Paulo San Páris.

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