Pintura: "Aparato digestivo de una vaca" ( Sammy Benmayor, Chileno)
Tal vez las malignas sesiones de una mounstrua
no servirán para sostenerse el seso allá arriba,
pero la replica queda en un hogar uraño
a la cual no se le ha invitado:
alcanza para completar el hechizo antes iniciado
y terminar con la sedentaria espera
de los resentidos ante el trono de espinas.
El alocado designio de llorar ramos a una luna apeladora
no sirve.
Para tener sus versos dispersos:
no hay que confiar en los andenes de las formas inconclusas:
el firmamento no afirma,
que una chiquilla de Ipanema haya pasado tirandonos al boleo
sus despiadados poemas.
Todo lo deshojado por los ojos
se podría perfectamente hacer madrugar en una sombra nueva
y contra la dicción horrorosa
de hacer calmar las aguas,
una corana roja no existe sobre cada cabeza.
Pensativos los olivos malditos me muestran sus lados verdes
cortejando mi parte impía que en las espinas se cruzan;
y esto es lo último que converso antes de derrotar al adolorido
entre mis brazos de cerceno.
Y dónde tomar su copa hermosa?
Dónde trágicamente suave lo encuentro?
A fuerza de dinamitar el sentido del espíritu.
Reconstrucción de bifurcaciones
Tal vez las malignas sesiones de una mounstrua
no servirán para sostenerse el seso allá arriba,
pero la replica queda en un hogar uraño
a la cual no se le ha invitado:
alcanza para completar el hechizo antes iniciado
y terminar con la sedentaria espera
de los resentidos ante el trono de espinas.
El alocado designio de llorar ramos a una luna apeladora
no sirve.
Para tener sus versos dispersos:
no hay que confiar en los andenes de las formas inconclusas:
el firmamento no afirma,
que una chiquilla de Ipanema haya pasado tirandonos al boleo
sus despiadados poemas.
Todo lo deshojado por los ojos
se podría perfectamente hacer madrugar en una sombra nueva
y contra la dicción horrorosa
de hacer calmar las aguas,
una corana roja no existe sobre cada cabeza.
Pensativos los olivos malditos me muestran sus lados verdes
cortejando mi parte impía que en las espinas se cruzan;
y esto es lo último que converso antes de derrotar al adolorido
entre mis brazos de cerceno.
Y dónde tomar su copa hermosa?
Dónde trágicamente suave lo encuentro?
A fuerza de dinamitar el sentido del espíritu.
Un niño mira hacia abajo
conversa con su brazo en un poema
alienta el aliento con un rosal enterrado en su espalda,
se compone unos calidroscopios para mirar
a los nombres que en un puño ha llevado;
reconcilia su cuerpo con el prisma del paisaje,
se le han impartido enseñanzas
que la sacerdotisa, en devaneos constantes,
convirtio en estatuas:
y tiene la espera metida entre las piernas de otra sesión más,
donde él le entregue su poema
y la haga bella, moustrosa y maliciosa.
Paulo San Páris.
conversa con su brazo en un poema
alienta el aliento con un rosal enterrado en su espalda,
se compone unos calidroscopios para mirar
a los nombres que en un puño ha llevado;
reconcilia su cuerpo con el prisma del paisaje,
se le han impartido enseñanzas
que la sacerdotisa, en devaneos constantes,
convirtio en estatuas:
y tiene la espera metida entre las piernas de otra sesión más,
donde él le entregue su poema
y la haga bella, moustrosa y maliciosa.
Paulo San Páris.
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